Caminando por la senda equivocada.

martes, 19 de julio de 2011

La tristeza observa desde el cerro vecino.

Le dedicó un poco de tiempo a las letras del pasado,
caminó entre sueños rotos observando lo grabado,
el sabor a ron en los labios le causó algo de desagrado,
observó a su acompañante, estiró las manos, se puso de lado.

Extrañaba los momentos en familia: el pasado,
se arrepintió de los errores, ingrato, insensato,
puerta cerrada, aliento displicente, pies helados,
depresión, recuerdos vagos,  ojos cerrados, verde prado.

jueves, 7 de julio de 2011

Pero

Resultó ser incómodo esto de mirar la hora cada treinta segundos, resultó ser un problema eso de recordar el pasado cada cinco minutos, resultó ser un desastre el hecho de recordar lo bueno cuando la soledad te invade, resultó ser una pena eso de pensar que las cosas saldrían bien en un mundo imperfecto. Sin embargo, las letras siguen surgiendo, los corazones siguen sintiendo, las lágrimas siguen cayendo en ese agujero azul llamado cielo. Puedes conservar los lindos recuerdos, puedes pensar que te sigo queriendo, puedes creer que olvidé todo lo que pasó, puedes conservar los detalles en tu baúl, pero jamás permitiré que botes a la basura cada palabra que
dirigí hacia tu bienestar espiritual.

Em...

Pero extrañaba el mundo de las letras. El alcohol podía ayudar un poco, la historia se repetía.
Y es que las relaciones de los otros ya no le podían afectar más, debía dejar fluir cada situación, los ojos no sabían sonreír apropiadamente. 
Dale vuelta a la página, siente los sonidos secretos en tus oídos casi sordos.
Cegado a la histeria, cegado a la marea habitual de personajes inertes.
Y así volvían las lágrimas, el sollozo previo a la incomodidad habitual. 
Deja surgir un nuevo pensamiento, una historia que no encuentra el final en un llanto.


Recordó, así como de costumbre, el momento en que se conocieron. Recuerdos borrados por minutos que avanzaron sigilosos, voces curiosas que anunciaban algo desconocido, momentos irreales que escarbaban su cerebro complejo.


Lleno de nostalgia se encerró a observar las letras, lleno de ira se concentró en cegar sus inquietudes, lleno de inquietud decidió conservar sus creencias inexistentes. 
Dejad que recorra tu sangre, dejad que la pena abandone el escenario, dejad que los momentos se hagan por sí mismos, dejad que los perros ladren el alba.

lunes, 9 de mayo de 2011

Irreal, todo.

Mientras tanto, yo temblaba de frío en la cama que dejaste vacía,
olvidaste una polera y una foto en mi habitación,

espero que sigas recordando todo lo que hablamos esa noche, ambos estábamos un poco ebrios,
pero no tanto así como para olvidar. ¿Volveremos a hablar?, ¿volveremos a vernos?.


La taza de café que trataba de ocupar tu lugar ya se enfrió.
Han pasado varias horas, mi cabeza se va de aquí.
Olvidé decirte un par de frases clichés para terminar de convencerte.

Olvidé darte un abrazó, me olvidé de besarte por última vez.

Ya no existe esa paz que había cuando compartíamos juntos,
ya no existe ese sonido del viento de cuando la realidad se detenía en tus ojos,
ya no existe claridad en el presente: queda incertidumbre y un par de recuerdos.


Supongo que saldré a caminar así como cuando estabas acá,
supongo que saldré a insistirle a mi corazón que aún existes,
sellaré la realidad con un suspiro y cerraré los ojos para despertar mañana.



domingo, 8 de mayo de 2011

El cielo se apoderó de su alma, susurros.

Luego de dar vuelta la página de su libreta, observó con delicadeza su entorno, pudo ver, allá en el fondo, a tres personas subiendo el cerro que se veía por el ventanal. Las nubes cubrían el cielo y la melodía nostálgica que tocaba la guitarra invadía la habitación.

Extrañaba su hogar, su familia, su cama, su espacio. Se paró de la mesa, caminó hasta el balcón, volvió a observar el cielo, pensó en el sentido vago que tenía estar ahí.

Se percató de que una sombra se aproximaba hacia él, no se preocupó, continuó observando. Escuchó un susurro en su oído, lo incitaron a hacerlo, casi no lo dudó y acompañado de la guitarra que cada vez sonaba más lento, de las drogas que circulaban por su sangre, de los pensamientos oscuros que habitaban su cabeza, de los momentos pasados que lo hicieron llorar, hizo caso a la sombra y se lanzó desde ese octavo piso. Mientras caía, sonrió por última vez y pidió perdón al cielo por la decisión tomada.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Desesperación

Trató de despertar, no consiguió mover los brazos,
observó el escritorio, la botella y los vasos,
trató de percatarse qué fantasma entró en la pieza,
se concentró, hizo un esfuerzo, no consiguió girar cabeza.


Siguió indicaciones que leyó en un libro negro,
concentró la mente en sus piernas, susurró: "no comprendo",
entró a desesperarse, se esforzó y movió las manos,
se golpeó, sintió temor, la sombra blanca dejó estragos.


Empezó a dudar en todo, el ángel lo miró pausado,
se sintió como un anciano que olvidó su gran pasado,
se paró, observó a la esencia, trató de hablar, sentía pena,
se rindió, miró su cama, se sentó y llegó la espera.


Cansado de la vida que lo llenaba de pavor,
tomó un par de pastillas y olvidó todo el temor,
abandonó sus grandes miedos consiguiendo el sueño eterno,
mala decisión cuando los sueños no son serios.


domingo, 1 de mayo de 2011

Latió rápido, despertó.

Y de una fiesta normal junto al compañero de cuarto, se subió a la micro y no pudo contener el sueño, cerró los ojos y durmió, despertó casi preciso, pero pasado un par de minutos, se paró como pudo, el alcohol no lo dejaba moverse bien, resultó difícil bajar de la máquina, se sentó y lo logró.

Caminó mareado hacia abajo, los ojos se cerraban, pero estaba conciente, trató de correr para llegar rápido a la casa, aceleró el paso, pero en cosa de minutos sus piernas dejaron de responder, los ojos se cerraron aún más, alcanzó a pensar en que era el fin, se desplomó, noche fría.

Despertó exaltado en un colchón, puso la mano en su corazón y éste iba muy rápido, los ojos muy abiertos, todo bien, normal, sin sueño, tranquilo. Otra pesadilla extraña, señales que trató de interpretar retratándolas en un escrito...



jueves, 28 de abril de 2011

Espacio vacío.

Y pensaba en esa personalidad extraña que a la gente fascinaba,
esa actitud que, por algún motivo, causaba algo en las personas,
era como el que tenía todo y no sabía aprovecharlo,
entregaban tanto cariño, pero no lo valoraba y se sentía solo,
confusión, alegría oculta, escondida, faltaba algo para estar completo,
faltaba tiempo, una oportunidad y seguridad sobre sí mismo,
autoestima engañado, mentiras propias, personales.


Personalidad que quisiera demostrar a la familia, a la raíz de todo,
nostalgia y recuerdos, ansias por llegar allá, curiosidad por el futuro,
ideas claras sobre las amistades pasajeras, desconfianza real,
no existía un motivo para sentirse acompañado, faltaba completar ese espacio importante,
desorden en el papel, ojos cansados, mente estresada.


Bipolaridad, ganas de llorar, un nudo en la garganta y un par de sollozos,
sentimiento sin sentido, el hecho de escribir le causaba pena,
y es que le hacía falta la sensación que hace años no sentía,
no desesperó más, se calmó, escuchó la guitarra y se largó a dormir.


domingo, 24 de abril de 2011

Rocas en el mar, risas en el viento.

Así con las desiluciones amorosas,
aunque miraba a los dos ancianos conversando y la vida parecía estar bien,
ya habían vivido quizás cuantas aventuras juntos,
amigos de ¿quién sabe cuando?,
ambos con el pelo blanco, camisa clara y chaleco.


Risas que no terminaban, me pareció ver como si recordaran muchas cosas,
otra señora, bastante cerca, leía un libro con sus anteojos marrones,
estaba tranquila, más bien, relajada, luego dejó de leer y contempló el mar con nostalgia.


Una pareja salía del hotel, promediaban los cincuenta años,
ella lucía radiante, él: feliz, tranquilo,
la tomó en brazos y dio una vuelta, sellaron todo con un beso cariñoso.


Confusión y recuerdos, rocas tapadas por el mar, ideas deprimentes,
frustración sin sentido, gente en la que ya no confías,
música más alegre para dejar este papel así como está,
positivismo perdido: ya vendrá, me largo.

domingo, 10 de abril de 2011

Anciano, olvidado.

Personajes atrevidos que desaparecieron,
anciano perdido que llora sonriendo,
que alguna vez fue joven y extraña el sentimiento,
de tener una acompañante fiel que entregue amor sincero.


El cigarro en la izquierda, y la sonrisa infaltable,
tres besos cariñosos y una historia agradable,
más de veinte años y hasta hoy siguen soñando,
con seguir ahí sentados esperando lo acordado.


El día en que le toque separarse de su lado,
dejar de ser el hombre que sintió siempre su mano,
se prometieron amor eterno, en lo bueno y en lo malo,
amor sincero que grafica la silueta del pasado.


una vida juntos, millones de vivencias,
sentimientos, canciones, danza y experiencias,
frases que provienen de dos ojos silenciados,
que no entienden un segundo lo que ya han observado.


Lo esperó, pero...

Copas de vino, un pan redondo, estufa encendida, una cerveza,
aroma a lluvia, un perro negro, un pastel y tres cerezas,
reloj de madera antigua, sombrero y la princesa,
que espera a un hombre rubio, de azul y sin promesas.


Balcón, más bien, enorme,
dos sillas y una mesa,
el sirviente de uniforme,
dando la espalda a su alteza.


Espejo, marco dorado, una almohada un poco sucia,
un papel en blanco, dos mochilas, el zorro y su astucia
las estrellas, el mar, la luna y los problemas
bostezos, sollozos, lágrimas de pena.


No encontró lo que esperaba, pasó el tiempo...olvidada,
se quedó esperando ella, caminó desesperada
llegó al balcón gigante, se acercó lento a la baranda
miró hacia abajo, se despidió, lanzó un grito...¿qué espérabas?

lunes, 28 de marzo de 2011

Se acabó, viajero.

La niebla cubría aquel grisaceo espejo,
relámpagos iluminaban ese negro cielo,
risas fingidas provenían del océano,
miradas, que pasivas, intimidaban al viajero.


Cansancio en sus piernas, al parecer, caminó demasiado.
Velas apagadas por el viento despiadado,
recipientes de madera de dudoso contenido,
sillas y papeles que no cumplían objetivos.


Casas de cristal y paisaje semi verde,
árboles inmóviles, risueños que comprenden
el sonido de esas voces que para mí: desconocidas.
Caminó, se detuvo, entendió el fin de su vida.


Así como arrancando de algo que no entiendo,
así como pensando que en un rato estaré viendo
a los árboles cayendo sobre él, no de su sombra
que escapó sin avisarle, qué estaría ya de sobra.


Permanecer ahí estancado, esperando que a su lado
aparezca aquella imagen y le explique que ha terminado.
De aquel clima funesto, que asustó al desconocido,
encontró el triste viajero, el final de su destino.