Caminando por la senda equivocada.

sábado, 29 de octubre de 2011

Cáscaras de manzana





Desplazándose sobre el pasto verde, mal cortado,
observando colores, por el balcón, asomado,
sintiendo que la vida, ella, le había robado,
sintiendo que la brisa, los sonidos ensayados.


Sensaciones comunicadas a través de la mirada,
pasos marcados por risas exageradas,
peleas inmaduras que duraban poco, terminaban.
Felicidad, confianza extraña, caras manchadas, congeladas.


Ganas de progresar, comprometerse entre hojas verdes,
presentimiento curioso que solía someterse,
en una vida destrozada, en dos caminos, de repente,
ojos marrones; ansiedad; peticiones; todo ausente.


Canciones en inglés, irrealidad sobre las cosas,
desequilibrio émocional, cambios de ánimo; rosas,
sueños, ideas, pensamientos, ganas tramposas
de tenerte a mi lado dos minutos, cuatro horas.


Ahogado por el vino, la cerveza, Siento los sentidos extraviados,
claves de confianza, salvación, ojos cerrados,
rejas negras, cama marrón, recuerdo el pánico oxidado,
despedida ilusa, música agresiva, una canción, tiro tres dados.

jueves, 27 de octubre de 2011

Despertar, observar, leer, despertar.


En la pared está tu foto, floto,
en la cocina, platos rotos.
Una nueva discusión explotó,
sinceridad insuficiente que desencadenó
en tristeza y griterío, el sentido se marchó.

Camino a pies descalzos por la calle, voy tranquilo,
recuerdo aquel día en que veía aquel molino
dar vueltas, girar, sin pensar en detenerse;
sin pensar en que luego de 3 años pasaría a estar ausente.

Pero ahora ya no estamos, somos seres distanciados
reclamando ese pasado, que se fue diciendo: vamos.
Un último mensaje entró por la ventana,
el árbol me decía que volviste, que ahora estabas.

Pero todo era mentira, eran frases repetidas
de risas compartidas, de aflicciones no fingidas,
pasos y pasos de palabras conocidas,
frases y oraciones que sonaban, sonreían.

Mas, en el fondo, el corazón ya no creía.
Cada minuto que perdí sin encontrar una salida,
cada esfuerzo por llenarte de caricias maldecidas
por tu carencia de carisma, de verdad. Establecía

Que era el final de tu momento,
que ahora se detendría el tiempo,
que tu mirada y la mía encontrarían un reflejo
en nuevos ojos, en destinos rojos, lejos.