Caminando por la senda equivocada.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Obsequio al ingenuo



Caminamos al salón antiguo, bebimos vino,
de la mano, soñadores, tus zapatos femeninos.
Observamos las ventanas, los sillones, al felino,
que sin mirarnos, continuó, como volando, su camino.

Las cortinas se movían porque el viento les decía,
que la luz quería entrar, la situación se repetía.
Pero ahora el humo negro ya no era el que tenía
la custodia de tus besos, corazones que latían.

Se encendió la luz del patio, detenido observó el gato,
el momento en que dijiste: no te mientas, sé sensato.
El reloj ya no sonaba, decidí romper un plato.
Y la discusión renació, se marchó el momento grato.

Reapareció la oscuridad odiada, cruzamos las miradas,
emergieron las palabras, imaginamos una espada
atravesando nuestra cama, perforando las espaldas,
pero eran tus mentiras las que el metal apuñalaba.

La copa de cristal, de nuestras manos, desapareció,
el cuadro de las nubes, de tu mente, escapó,
la tormenta iba nadando, entre lágrimas, brotó.
Desperté, abrí los ojos, tu mentira se acabó.