Caminando por la senda equivocada.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

El Premio

Me levanté a las nueve en punto, me lavé la cara y di un vistazo a mi alrededor, mi boca estaba seca, decidí beber un poco de esa agua con sabor a basura que salía de la llave, me acerqué a la pieza y observé como dormía la parejade novios. La noche anterior había sido mi fiesta de graduación, al fin se había terminado el colegio. Me acerqué a la puerta muy lento, teniendo en mente que tendría que caminar unos quince minutos para llegar a mi casa, la abrí y salí del departamento cuarenta y dos: de inmediato un frío de mierda me golpeó el rostro, bajé las escaleras y me di cuenta de que esas casi dos horas que logré dormir, me jugarían una mala pasada el día de hoy. Caminé hasta mi casa, lamentándome por el sabor a mierda que se mantenía en mi boca debido al poco más de un vaso de agua que bebí. El ambiente estaba húmedo, decidí ponerme el chaleco plomo que llevaba en los hombros, mas, al estar casi llegando a mi destino, opté por sacármelo.
Saqué ese llavero que me regaló mi hermana, ese de las cartas formando una escala real de póker; abrí la puerta y entré. El dolor de cabeza me mataba, pero preferí ocultarlo, mi mamá fue a verme a la pieza:
-¿Quieres tomar algo, hijo?
- No
- Ah...
No tenía ganas de hablar, atiné a tomarme unos buenos vasos de agua sin que mi vieja me viera, quería parecer normal; me senté a escribir, llegó mi papá:
- Hola hijo
- Hola
- ¿Cómo estuvo la fiesta?
- Sí, bien.
Era cierto, la había pasado bien, pero la resaca nunca es bienvenida, me sentía pésimo.
Volví al escritorio, tenía ganas de escribir, cerré los ojos para imaginar, el peso de los párpados cada vez era más,  no pude soportarlo; me dormí un par de horas sobre el escritorio de madera antigua.

Al despertar decidí salir a caminar:
- ¡Ya vuelvo!
- ¿Dónde vas?
- Por ahí, chao.

Tomé las llaves y partí. El clima estaba frío, como en la mañana, corría viento helado. Me compré una botella de agua, caminé calle abajo, hacia el mar, me senté en una banca con vista al éste mismo, la mayoría de las personas en el lugar eran jóvenes parejas. Me puse los audífonos y empezó a sonar la música de esa película que tanto me había gustado, cerré los ojos y me dejé llevar.
Volví a la casa cuando daban las diez menos quince, entré pensando en que había sido una mala idea beber tanto la noche anterior, pero era la fiesta de graduación, ameritaba una buena celebración. Tenía en la cabeza la confusión constante de tener que elegir una carrera y una universidad para estudiar el siguiente año.

A las diez y treinta ya volvía a tener sueño, cerré los ojos y pensé:
"Ve conmigo a un lugar imposible, un lugar en el cual podamos pasar el resto de nuestras vidas, donde sólo exista la paz de estar juntos, un lugar perfecto: pasto, nubes, música, tal como te gusta, tal como me gusta. 
Un lugar para soñar, para vivir sin preocupaciones, para reír, llorar e imaginar, ser nosotros mismos, amar.
Ve conmigo a ese lugar que hemos estado buscando todos estos años; desde que nos conocimos.
No perderé la fé, algún día volveremos a estar juntos".

Sóno el teléfono, desperté de golpe:
- Aló
- Aló, ¿con Marcos del Bosque?
- Sí, con él
- Lo llamo para informarle sobre su premio, ha sido el ganador.
- Eh... no sé de qué me habla, yo no he participado en ningún concurso.
- Claro que sí, es un premio muy importante.
- Está claro de que esto es una broma, ¿son horas de llamar para entregar un premio?
- Las cosas importantes llegan cuando menos las esperas.
- ¿Y de qué se trataría este premio?
- Toma un bus con destino a Antofagasta, sale por la noche, a las once, siguiente semana, Domingo, empresa de buses "Londres";
das tu nombre y estará listo.
- ¿No debo pagar nada?
- Está pagado.
- Bueno...
- Hasta luego don Marcos.
- Chao.

A la siguiente semana no entendía nada, no creía mucho en lo que estaba pasando, ¿podría hacerle caso a suceso tan extraño?, me gustaban los desafíos, optaré por ir.
El día transcurría lento, mataba el tiempo con lo que podía, noté a mi madre triste:
- ¿Te pasa algo, mamá?
- Te voy a extrañar hijo
- Yo también, mamá.

No tenía idea lo que me esperaba en la segunda región, pero algo por dentro me decía que tenía que ir, estaba más allá de mi poder, debía hacerlo. Llegó la noche, trece grados, leve llovizna, mis padres me llevaron al terminal, me acerqué al mesón de la empresa "Londres", di mi nombre y, efectivamente, confirmaron que tenía un boleto comprado con destino a Antofagasta.
- El bus sale en diez minutos, si gusta puede ir a entregar el equipaje.
- Bueno, gracias.
Me aproximé al bus, entregué mi equipaje y entendí que debía despedirme:
- Chao hijo, te extrañaremos mucho
- Chao mamá, chao papá.
- Pon todo tu esfuerzo, contamos contigo
- Gracias.

Estaba haciendo algo sin tener idea, no sabía lo que me esperaba, no sabía si "lo haría bien", ¿de qué se trataba todo esto? subí al bus; tenía el asiento número nueve, primer piso, salón cama; al menos voy  a ir cómodo, pensé.
En el primer piso sólo habían doce asientos, estaba lleno. Me puse los audífonos y escuché un poco de jazz, cerré los ojos que sin pedir permiso, decidieron llorar, dormí.
Cuando los abrí estaba en medio del desierto, miré la hora en mi celular: seis un cuarto. Quedaban como dos horas de viaje. Lo que quedaba de viaje me lo pasé dormitando, mirando por la ventana, tomando agua.  Llegamos a Antofagasta, retiré mi equipaje y salí del terminal sin saber dónde ir, aunque no pasaron ni cinco minutos y un hombre de aspecto extraño, como a la antigua, se acercó y dijo:
- ¿Marcos del Bosque?
- Sí
- Acompáñeme por favor

Me percaté de que no era un mal hombre, se notaba en su mirada, lo seguí con curiosidad, me llevó a un auto burdeo, me ayudó con mi maleta y me subí en la parte de atrás.
- ¿De qué se trata esto?
- Tranquilo, Marcos, todo a su tiempo
- No estoy entendiendo nada, ¿sabe?
- A tu edad no se entiende mucho.

El viaje duró casi media hora, me llevó a una casa azul cerca de la playa y dijo:
- Aquí es
- ¿Aquí es qué?
- Aquí vas a vivir, baja tus cosas, toma las llaves, las instrucciones están en la mesa, no puedo hablar más
- ¿Pretendes que me baje acá y entre a esa casa?
- Hágalo, adiós.

Me bajé y caminé a la puerta, el auto partió de inmediato y simplemente entré, justamente había una carta en la mesa. La casa era pequeña, pero cómoda, estaba completamente amoblada; la recorrí y tenía todo lo necesario como para vivir ahí un par de meses.
Abrí la carta:
"Diríjase mañana a las ocho al edificio ubicado frente a la casa, lleve consigo un cuaderno y un lápiz.
Con estimo."

Era todo, decidí salir a caminar para conocer el entorno, había un lindo parque cerca de la casa, tenía vista al mar, se parecía al lugar que solía visitar en mi ciudad, cuando me ponía nostálgico, pero éste estaba completamente vacío.
Hacía calor, demasiado calor diría yo, volví a la casa, comí algo, me acosté y dormí.
Me levanté a las siete y media, me dirigí al edificio del frente, tal como la carta lo señalaba, una persona me dijo que debía empezar a recorrer el camino que me llevaría a obtener el premio, era una especie de concurso. Todas las mañanas debería repetir la misma rutina; asistir a ese lugar, tomar nota de lo que me decía este extraño hombre que, por cierto, era bastante mayor, usaba un sombrero de esos tipo guardabosques, hablaba con un acento evidentemente extrajero, algo así como francés u holandés, aunque su español era bastante decente.
Repetí la rutina todos los días que pude, muchas veces el cansancio, el trasnoche, la tristeza, la nostalgia, me hicieron fallar.
Muchas veces quería dejar las cosas hasta ahí y devolverme a mi hogar, pero había algo me hacía seguir.
Muchas noches decidí escribir, cosas así como:
"Al final decidí algo que no era lo mío, ahora pienso en dejarlo hasta acá y optar por lo que realmente me fascina,
¿será que después lo otro tampoco me guste?, no lo puedo saber... me interesaría mucho poder conocerme bien, tener claro lo que quiero y lo que no, es difícil. Cuando pienso que todo lo que hice estuvo mal y mi vida no tiene vuelta atrás, aparece esa voz, de mi padre y de mi madre, que  logran ponerme nuevamente en el camino y me ayudan a llegar al final del primer tramo.
Es verdad que todos nos equivocamos y yo tengo derecho a hacerlo también, escribo para expresar algo que probablemente vuelva a sentir sólo cuando lea esto en un tiempo más. Y si lo que estoy haciendo ahora es lo que realmente me apasiona, ¿por qué no opté por dedicarme a esto?...
¿fue el miedo a no triunfar el que provocó este hecho?".
Las estaciones del año pasaban como si no les importase nada, ¿valía realmente la pena el premio desconocido por el cual estaba soportando todo esto?
Dormí.
Corrí a tomar un bus con destino a mi casa, a mi ciudad, sabía que ahora todo sería mejor...
Desperté.

3 comentarios:

  1. wena historia un 7 ! tiene de todo me dejo re exitao wn esta muy pero muy bkn te felicito (Y)

    ResponderEliminar
  2. estaba actualizando este asunto del blog (no llevo nada aun xD) y metida en esto justo vi que tenias un link en tu nick..me meti de copuchentaa y me encantoo! :O
    jaja bien! esta bueno ;)

    ResponderEliminar
  3. hola soy yo de nuevo, el premio lo leí y pensaba que parecía algo real que has vivido, en partes contastes tu experiencia fuera de tu hogar.Está entretenido el relato, se supone que después aprenderás a corregir, cuando se repiten las mismas palabras por otras que significan lo mismo y otros detalles, pero el todo vale. Ahora a ser muy responsable,como tu padre que ha estudiado tanto, viviendo solo en países extraños, cumplio siempre, sacando su doctorado, o magister con excelentes notas, como era el cuarto hijo de seis, tuvo poca atención de sus padres,si no se preocupaba él, nadie lo hacía, cuando era chico tuvo que ir solo a la posta, creo que le dió un ataque de apendicitis, interesate en el pasado, podrías escribir, sobre tus padres, conversa con ellos, que te cuenten recuerdos... que no te pase lo que a mi, ahora me pregunto cosas sobre mis padres y no hay forma de saberlo.Besos de tu tía molestosa.

    ResponderEliminar